"...que la elocuencia es la hija de la pasión. Cread una pasión en un alma, y brotará a raudales la elocuencia, ésta es el sonido que da una alma apasionada" Enrique Domingo Lacordaire.
Santo Domingo de Guzmán había fundado su Orden de Predicadores en Francia, en el siglo XIII, extendiéndose por todo el mundo; sin embargo, en el siglo XVIII, debido a las ideas liberales fueron suprimidas las órdenes religiosas entre ellas, los dominicos. En esa época se desconocía la figura de santo Domingo en Francia y lo poco que se sabía era falso: que había creado la Inquisición y que había estado al frente de la lucha de los albigenses.
El encargado de redescubrir la genialidad de santo Domingo y restaurar la Orden de Predicadores en Francia fue Enrique Domingo Lacordaire que nació el 12 de marzo de 1802 en Recey-Sur-Ource en la Borgoña.
Enrique estudió en el Liceo de Dijon y luego estudió abogacía en la Escuela de Derecho de Dijon. En el siglo XIX dominaba en el ambiente intelectual ideas liberales, muchas de ellas en contra de la fe, por ejemplo los lineamientos Voltaitre. Lacordaire tuvo momentos de incredulidad; sin embargo el estudio de las obras de Chateaubriand, lo llevaron a conocer la historia de la cristiandad. Gracias a la historia se convirtió e incluso decidió ser sacerdote. Estudió en el seminario de Issy, fue ordenado el 22 de septiembre de 1827.
Desde entonces su meta fue servir a la Iglesia por medio de la palabra. La palabra humana puesta al servicio de Dios, para irradiar conocimiento y amor. Por esa época conoció a Robert de La Mennais, asceta y escritor, fundador del periódico L´Avenir, en donde se defendían la libertad de la Iglesia en Francia. Uno de sus más fuertes colaboradores fue Lacordaire. Debido a su intensidad fue suspendida su publicación el 25 de noviembre de 1831 y condenada su doctrina sin mencionar nombres. La Mennais se separó de la Iglesia, Lacordaire se mantuvo leal.
La suerte volvió a tocar a su puerta, al ser nombrado capellán de la Visitación; en 1833 impartió conferencias en el colegio de San Estanislao de París, acercándose al mundo de los jóvenes con mucho éxito. Mostró una nueva forma de predicar qeu conjuntaba la teología, la apologética, la historia, la poesía, etc. El nuevo modelo causó cierta crítica de grupos tradicionalistas, llegando incluso a retirarle un tiempo su licencia para predicar. Después el obispo recapacitó y se le asignaron las conferencias Nuestra Señora de Parí; muchos pensaban que sería su mayor fracaso; pero al contrario tuvieron un éxito rotundo durante dos años.
En 1836 decidió ir a Roma y se dio cuenta que la Iglesia había perdido más de la mitad de su fuerza con la supresión de las órdenes religiosas, empezó a estudiar cuál sería la orden que estaba más acorde a su personalidad y que a su vez no se hubiera restaurado en Francia, después de hacer varios análisis decidió que sería la Orden de Predicadores fundada por santo Domingo de Guzmán. En 1837 regresó a Francia para hacer un sondeo y se dio cuenta que la gente veía a la Orden de Predicadores como una institución medieval relacionada con la Inquisición y que la figura de santo Domingo no había sido valorada. A su vez el gobierno no era muy afecto a la restauración de órdenes religiosas. Lacordaire concluyó que la Orden de Predicadores seguía vigente y que su historia, legislación y carisma tenían mucho que aportar a Francia.
El 7 de marzo de 1839 salió de Francia con dos compañeros rumbo a Roma para pedir el hábito dominico. Iniciaron el noviciado el 9 de abril de 1839 y profesaron el 12 de abril de 1840. Durante el noviciado realizó el libro sobre la vida de santo Domingo de Guzmán. Después del noviciado fueron asignados al convento de santa Sabina en Roma.
La restauración de la orden en Francia comenzó en Nncy en 1843; luego siguió Chalais, que fue el primer convento regular y en 1849 Flavugny y París. La fecha clave es el 14 de septiembre de 1850 cuando fue restaurada la provincia dominica de Francia. Posteriormente Lacordaire fundaría la Tercera Orden de la Enseñanza, para la formación de la juventud.
Las principales obras escritas de Lacordaire son: Memoria para la restauración de la Orden de Predicadores en Francia, 1839. La vida de santo Domingo de Guzmán, 1840 y la Memoria para la restauración de la Orden de Predicadores en la cristiandad, 1852.
Lacordaire murió en 1861, a los 59 años, mostrando la fuerza que tiene la palabra y lo importante que es tener un meta clara en la vida para alcanzar la trascendencia.
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