Por José Omar Tinajero Morales
La Orden de Predicadores en América jugó un papel clave en la evangelización y su modelo de vida logró que varios de sus miembros llegaran al cielo y a los altares, como san Martín de Porres, san Juan Macías, san Luis Beltrán. En ese contexto la primera santa canonizada de América fue santa Rosa de Lima, quien además ha sido considerada patrona de Perú, América y Filipinas, en si de toda Hispanoamérica.
Rosa vivió 31 años, entre 1586 a 1617. Fue beatificada por Clemente IX en 1668 y canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, junto con san Luis Beltrán. Su culto se extendió rápidamente por todo el continente y varias iglesias y localidades empezaron a llevar su nombre. El arte barroco contrarreformado y las iglesias dominicas promovieron la iconografía de santa Rosa de Lima, en México encontramos ejemplos como el retablo de Azcapotzalco o la pintura de las Ánimas y santa Rosa en Tepetlaoxtoc.
Rosa nació el 30 de abril de 1586, en la recién fundada ciudad de Lima. El 25 de mayo del mismo año, recibió el bautizo.
Rosa originalmente fue llamada Isabel Flores de Oliva, sus padres fueron Gaspar Flores y María Oliva, ambos españoles, por lo que Rosa era criolla. Con el paso del tiempo santa Rosa se convertiría en un símbolo del nacionalismo encabezado por los criollos.
Cuando era niña, sus familiares observaron que tenía un rostro muy hermoso como una rosa, por lo que la empezaron a llamar Rosa. Cuando fue confirmada por el obispo santo Toribio de Mogrovejo, él también la la llamó Rosa y este ya fue su nombre definitivo. Cuando decidió ser dominica terciaria, le agregaría el de Santa María por su gran devoción a la Virgen del Rosario, quedando entonces como Rosa de Santa María.
De niña llevó una vida en soledad y silencio, siguiendo el ejemplo de los eremitas. De día ayudaba en las labores del hogar, en la noche, el huerto y su ermita se convertían en su microcosmos, donde podía llevar una intensa vida contemplativa. Dependiendo la época en que escribían sus biógrafos, su vida han hecho énfasis en ciertos aspectos, por ejemplo, los primeros hagiógrafos vinculados todavía con el mundo medieval, hacían hincapié en los aspectos del ascetismo de Rosa, como sus penitencias, ayunos. Posteriormente, otros autores destacaron la fuerza espiritual o mística de santa Rosa, sus éxtasis, su amor a la oración, y a la Eucaristía. Los desposorios místicos con Jesucristo, de hecho en la iconografía, santa Rosa de Lima es considerada entre los santos cristóforos, es decir, los que aparecen cargando al Niño Dios.
Actualmente, los biógrafos, han querido destacar su labor humanitaria a favor de la justicia, el respeto y la caridad con relación a los indígenas, indigentes, enfermos, etc. Es decir, se ha tratado de ver su labor caritativa y social.
Rosa se dio cuenta que tenía vocación para la vida religiosa y estuvo analizando si entraba de monja con las clarisas o en el monasterio de La Encarnación. La leyenda cuenta que Rosa, entró a la iglesia de Santo Domingo a pedir el consejo de la Virgen del Rosario, al quererse retirar no se podía levantar, por lo que prometió que no entrará a ninguno de los monasterios y esperaría una señala para saber cuál era la voluntad de Dios. Poco después vio una mariposa blanca con negro y concluyó que era la señal, por lo que debía entrar a la Orden de Predicadores.
A los 20 años, el 10 de agosto de 1606 tomó el hábito de terciaria dominica y se propuso seguir como modelo de vida a santa Catalina de Siena. Tuvo confesores jesuitas y dominicos, destacando fray Juan de Lorenzana.
Su libro favorito era El libro de oración y meditación de fray Luis de Granada. Por 15 años, durante dos horas al día, Rosa se enfrentaba a la "noche oscura del alma", es decir, a la sequedad espiritual.
Se considera que defendió la ciudad de Lima en varias ocasiones con sus oraciones. En el año de 1615, llegó a las costas peruana el pirata holandés Georges Spilbergen, que tenía las intenciones de llegar hasta Lima. Santa Rosa estaba dispuesta a dar su vida para proteger, la Eucaristía. Al final de cuentas, el pirata no llegó a Lima.
La dominica murió el 24 de agosto de 1617 y a su entierro la acompañó una multitud, incluyendo el virrey de Perú. Al año siguiente se inició su proceso de beatificación.
Santa Rosa de Lima sigue iluminando con su vida y nos muestra que la simplicidad del alma y la humildad son las dos columnas para alcanzar el Cielo.
Comentarios
Publicar un comentario