Lic. en etnohistoria por la ENAH
El rebozo es una de las prendas más típicas y distintivas de México. El rebozo es una tela alargada de forma rectangular y angosta, en la que se emplea la técnica ikat,
de aplicación de tintes, es de origen malayo; en su extremo va anudada y amarrada con flecos. Puede estar
hecho con algodón, seda y lana.
El origen del rebozo tiene varias líneas, por un lado la indígena, hay que recordar que el México
prehispánico destacó por sus tejidos, como se muestra en muchos códices. Había
una prenda parecida al rebozo llamada cihua nequeatlapacholoni, relacionado
con el ayate. El ayate, manto de ixtle
compuesto por dos lienzos, utilizado para transportar cualquier tipo de
mercancía y usado tanto por hombres como
mujeres; al igual que el mámatl, un
lienzo rectangular que en sus bordes tenía unas franjas de diferente material y
también utilizado para transportar mercancías; pudieron ser las prendas, que
combinadas con la influencia colonial, antecedieron al que ahora conocemos como
rebozo.
Otras líneas de origen del rebozo se encuentran en la mantilla
española y en una prenda hindú traída en el galeón de Manila llamada repacejo.
Por lo anterior, el rebozo es considerada como una prenda mestiza, fusión de varias culturas, que
se fueron hibridizando para dar paso a la cultura mexicana.
Ya para 1572, en su obra Historia
de las indias, el fraile dominico Diego Durán ya hace mención del rebozo,
como prenda mestiza, que nació de la
necesidad que tenían las mujeres de cubrirse para entrar a los templos.
Inspirándose en las tocas que los frailes impusieron a las mujeres indígenas
con tal motivo, así como en los mantos que las españolas, los tejedores
aprovecharon el telar prehispánico para tejer rebozos de algodón y más tarde de
seda y de lana.
El rebozo
multifuncional
El rebozo tiene una fuerte carga simbólica, en función a los
múltiples usos que se le pueden dar. Por ejemplo remite a la humildad, la devoción
y el respeto, ya que sirve para cubrir
la cabeza en los templos, imagen que nos recuerda a nuestras abuelas y que en algunas
comunidades rurales todavía se sigue con esta costumbre.
El principal uso del rebozo es para que la mujer se cubra
del frío y a veces sirve de extensión para abrazar al ser amado.
Otro simbolismo que tiene el rebozo es el maternal, ya que
ayuda a cargar a los bebés. Se ha demostrado que correctamente utilizado es una
prenda que tiene ventajas ergonómicas, tanto para el niño como para la madre.
Actualmente el
rebozo, está muy relacionado con la moda, y evoca a la mujer bella, sensual,
elegante convirtiéndose en parte de la iconografía de la cultura mexicana. Es
una prenda folklórica, que no puede faltar en bailes y danzas.
El rebozo ha servido de inspiración a diseñadores, músicos y
poetas. Por ejemplo la canción el rebozo interpretada por Lola la Grande.
También ponemos a su consideración el siguiente poema:
El Rebozo
de
Tomás Palma Sánchez
Bendito
seas rebozo de mi madre,
Que
tanto tiempo acariciaste su espalda
Contigo
lucía un lindo vestido
O lo
mismo una humilde falda.
Con
tu rebozo tapas tu cabeza,
Con
tu rebozo tapabas tu bella cara,
Con
tu rebozo tapabas una sonrisa
O lo
mordías cuando alguien decía que te amaba.
Rebozo,
rebozo, tejido de hilaza
O
tal vez tejido de finas sedas,
Con
él me cargabas cuando era niño
Y ahora
que te miro a ella me recuerdas.
Madre,
madre porque te fuiste y me dejaste tan solo
En
este mundo lleno de penas
Donde
sufren tantas madres buenas.
Madre,
madre ven
Tápame
con tu rebozo y arrúllame con él
Como
cuando era un niño, quiero besarte y abrazarte
Y entregarte
todo mi cariño.
Centros productores
de rebozos
Centros reboceros más conocidos en México son, Santa María
del Río en San Luis Potosí, famoso por sus rebozos de seda; La Piedad, Zamora y
Tangancícuaro, en Michoacán; Moroleón en Guanajuato y Chilapa, Guerrero.
En el Estado de México sobresalen al sur, Tenancingo,
especialista en el rebozo de algodón fino y al suroeste, Tejupilco. Aunque también hay elaboración en Jilotepec y
Calimaya.
A finales del siglo XVI se abrió el monasterio dominico, de Santa Catalina de Siena, ubicado en la calle del mismo nombre, actualmente corresponde a República Argentina. Fundado por ayuda de tres damas muy religiosas y ricas conocidas por “Las Felipas”.
En el monasterio había una imagen de Cristo cargando la Cruz
fue lo que motivó a una monja que llegó como novicia bajo el nombre de Severa
de Gracida y Alvarez y que más tarde adoptara al profesar, el de Sor Severa de
Santo Domingo. Esta monja, cada vez que iba a misa al templo de Santa Catalina,
se detenía para rezar un par de oraciones al Señor cargado con tan pesada cruz
al grado de que cada día lo advertía más agobiado, más triste, más sangrante.
Pasaban los años y a medida que la monja Sor Severa de Santo
Domingo solía pasar más tiempo ante el Cristo, mayor era su devoción, mayor su
pena y más grande la fe que profesaba. Así pasaron treinta y dos años, la monja envejeció,
enferma, cansada, pero no por eso declinó en su adoración por el Señor de la
Cruz a cuestas, sino que aumentó a tal grado de que lo llamaba desde su celda
en donde había caído enferma de enfermedad y de vejez.
Una noche soplaba el viento, se metía por las rendijas, por
el portillo sin vidrio ni madera, calaba hasta los huesos viejos y cansados de
la monja. El aire azotaba la lluvia y la noche se hacía insoportable. -!Jesús..
Cristo mío! -gritó la monja con voz casi inaudible, pero llena de dolor,
tratando de abandonar su lecho de enferma-, dejádme que cubra vuestro enjuto y
aterido cuerpo… venid a mi señor, y mostráos ante esta pecadora que sólo ha
sabido amarte y adorarte en religiosa reverencia. Arreció la lluvia, entonces llamaron quedamente a la puerta de la celda de
la enferma monja y ésta con muchos trabajos se levantó y abrió, para
encontrarse ante la figura triste de un mendigo, casi desnudo, que parecía
implorar pan y abrigo.
La monja tomó un pedazo de pan mojado en aceite, agua y
sacando de su ropero un rebozo de lana, cubrió el aterido cuerpo del mendigo. Terminado
de hacer esto, el cuerpo de la monja se estremeció, lanzó un profundo suspiro y
falleció.
Al día siguiente hallaron su cuerpo oloroso a santidad, a
rosas, con una beatífica sonrisa en su rostro marchitado por los años y la
enfermedad. Y allá en el templo de Santa Catalina de Siena, cubriendo el enjuto
y sangrante cuerpo del Señor con la cruz a cuestas, el rebozo de la monja. Desde
entonces y considerado esto como un milagro, un acto inexplicable, las
religiosas y los fieles bautizaron a esta imagen como “El Señor del Rebozo”.
Con la exclaustración de las monjas la imagen del Señor del
Rebozo fue trasladada al templo de santo Domingo de México, donde actualmente
se le venera. Es costumbre que la gente en agradecimiento por algún favor, le
obsequie un rebozo. Es tal su fama, que su capilla se encuentra tapizada de
rebozos.
Así que el rebozo, esta prenda tan sencilla, pero sublime se
encuentra en las calles, la historia y las leyendas, con ese toque de
espiritualidad que representa a los mexicano.
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Gracias por tu preferencia
Muy interesante información sobre el rebozo, la puedo compartir en mi página.?
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